Los robos en comunidades de propietarios son cada vez más habituales, y los ladrones lo tienen más fácil de lo que parece para accedes. Con el crecimiento de las urbanizaciones y el tránsito constante de vecinos, repartidores y visitas, resulta difícil controlar quién entra y quién no.
Los intrusos aprovechan despistes, accesos poco protegidos y sistemas obsoletos para moverse con libertad por portales, garajes, azoteas o ventanas. Pero ¿cómo consiguen acceder con tanta facilidad y qué podemos hacer para evitarlo?
Cómo actúan antes de entrar en una comunidad de vecinos
Antes de cometer un robo, los delincuentes analizan la rutina del edificio. Suelen vigilar horarios, momentos de mayor movimiento, puertas que quedan entreabiertas, accesos sin control y la ausencia de cámaras o alarmas.
En muchos casos, realizan pequeñas pruebas previas para comprobar si algún sistema reacciona o si nadie repara en su presencia. Este reconocimiento rápido convierte en objetivo prioritario a las comunidades poco protegidas.
Cómo entran los ladrones a las comunidades de vecinos
1. Portales: el acceso más frecuente: El portal es la entrada más utilizada y una de las más fáciles para los intrusos. Basta con una excusa creíble —“vengo a reparar una avería”, “soy un familiar”, “cartero comercial”— o con esperar a que un vecino entre para colarse justo detrás.
Para proteger este punto, lo ideal es instalar control de accesos con mandos y llaves anticopia conectados a un sistema inteligente. Si alguien intenta usar una llave no autorizada o la puerta queda abierta, se generará una alerta inmediata. Además, los mandos anticopia ayudan a evitar técnicas como el bumping, todavía muy habitual.
2. Puertas de garaje: La puerta del garaje ofrece otra entrada sencilla: mientras el vehículo entra y la puerta se está cerrando, el intruso puede aprovechar unos segundos para colarse. Una vez dentro, el acceso al edificio es mucho más sencillo.
La combinación de acceso con mandos anticopia, control de entrada y salida, videovigilancia y alarma 24/7 reduce este riesgo de manera notable.
3. Ventanas y viviendas: Las ventanas, especialmente en bajos y primeros pisos, son un punto débil frecuente. Los robos suelen producirse de noche, cuando el movimiento es menor y nadie puede verlos. Rejas de seguridad o alarmas con aviso inmediato a Policía son claves para disuadir intentos.
4. Azoteas y zonas superiores Aunque parezca de película, muchos ladrones acceden saltando entre azoteas con sorprendente facilidad. Instalar cámaras con análisis de vídeo o alarmas perimetrales evita estos accesos “a lo Spiderman” y permite detectar intrusiones antes de que lleguen a las viviendas.
Refuerza la seguridad de tu comunidad
La mejor defensa es la prevención. Con control de accesos, vigilancia 24/7 y sistemas inteligentes, cualquier intento de intrusión se vuelve más complejo y arriesgado para los ladrones.
¿Quieres proteger tu edificio con tecnología fiable?
Contáctanos sin compromiso: un asesor especializado te guiará paso a paso para mejorar la seguridad de tu comunidad.