Comerciales con técnicas agresivas que llaman a nuestra puerta con el pretexto de ofrecernos importantes descuentos en la factura de la luz o del gas, repartidores que quieren dejarnos publicidad indeseada en el buzón e intrusos en general. A lo largo del día, nuestra comunidad de vecinos recibe numerosas llamadas, pero no siempre el que está al otro lado del videoportero tiene buenas intenciones.

Un gesto tan automático como es abrir la puerta de nuestro edificio puede acarrearnos algunos problemas de seguridad, sobre todo si se hace sin comprobar quién es realmente la persona que quiere acceder a las viviendas de nuestro vecindario.

En los últimos meses se han disparado las denuncias presentadas por los consumidores ante las prácticas abusivas por parte de empresas subcontratadas por algunas compañías de luz y gas.

Su modus operandi consiste en enviar, generalmente, a una pareja de jóvenes comerciales vestidos con traje y con actitud avasalladora que, bajo el pretexto de ofrecernos suculentas ofertas en el servicio de energía, se cuelan en los domicilios de personas vulnerables para solicitarles todo tipo de documentación privada como facturas, DNI o el número de la cuenta bancaria. Una vez tienen todo lo que necesitan, la sorpresa llega en forma de un contrato no deseado del que es muy difícil darse de baja.

Ante una situación como éstas son recomendables algunas acciones como no abrir la puerta a desconocidos, no entregar información personal, no pagar por servicios que no han sido concertados o pactados con antelación y llamar directamente a la compañía de la que se supone que envían a los comerciales para comprobar que la visita es real.

Aunque nunca debemos descartar una de las soluciones que puede evitarnos este tipo de sobresaltos: contar con un adecuado sistema de seguridad, compuesto entre otros elementos por cámaras de seguridad, es esencial para proteger nuestra comunidad de vecinos y controlar la entrada de visitas indeseadas a través de acciones de seguridad activa.